Sobre Finca Manuelion

Berta es reconocida como una emprendedora perseverante en un área rural donde son muy pocas las oportunidades de desarrollo.

Ella y su esposo Sixto, habiendo cursado solo una educación primaria, empezaron su trayectoria empresarial creando una panadería local y cultivando granos basicos (maiz y frijol) en una parcela de terreno que Berta heredó de su papá. De las escasas ganancias que recibieron en estos primeros negocios, lograron obtener los recursos necesarios para comprar el terreno donde iniciaron su sueño de tener un cultivo de café. La principal motivación de Berta y su esposo para entrar en el negocio de el cultivo de café, fue la necesidad de generar ingresos para la sostenibilidad y educación de sus cinco hijos en su comunidad rural. Otro motivo importante para ellos era generar fuentes de empleo para otras familias dentro de esta misma comunidad.

Iniciaron su trabajo en el cultivo de café en 1984 con semilla de la variedad Pacas, proveniente de Santa Ana, El Salvador. Empezaron haciendo los primeros sembrados en el suelo y mientras tanto Berta llevaba los almuerzos y compartía con los trabajadores para aprovechar al máximo la jornada. Poco a poco fueron extendiendo su siembra con las variedades de Bourbon y Caturra. En la actualidad, Berta cuenta con una extensión de terreno de 18 manzanas de café asombrado con árboles frutales y bosque, en un clima templado a 1200 metros de altura. Su finca queda a solo dos kilómetros de su hogar en Yupiltepeque, Jutiapa, ubicación y altura que le permite a Berta cultivar y obtener una variedad de café especial. Berta mantiene un nivel de atención en el cual asegura los manejos de buenas prácticas agrícolas y espera hasta el punto perfecto para cortar su café. Por lo tanto, su café está calificado estrictamente duro.

En la región, con el ejemplo de Berta y Sixto, se inspiraron otros agricultores locales a cultivar café y al cabo de cinco años hubieron varios caficultores que decidieron crear una cooperativa: La Felicidad R.L. Juntos se dieron cuenta de las ventajas de trabajar como una comunidad en el cultivo de café y hasta hoy en día están colaborando con sus vecinos en el proceso húmedo, transporte consolidado, capacitaciones técnicas, certificaciones y ventas de su cosecha.

Hasta el momento, el café le ha permitido a Berta y a su esposo apoyar a sus hijos con su educación universitaria y crear empleo para muchas otras familias de su comunidad. Sin embargo, se enfrentan a muchas dificultades como los bajos precios, la falta de un mercado para sus cafés, falta de conocimiento para exportar directamente, problemas con muchas plagas e insumos , volatilidad en los precios y muchos otros que les afectan a todos los cultivadores. A pesar de todas estas dificultades Berta y Sixto, unidos al resto de la cooperativa continúan trabajando arduamente para no solo mejorar sus técnicas y calidad del café especial Guatemalteco, sino también para ofrecer nuevos horizontes y futuros a las generaciones venideras de su comunidad.